Saint-Hippolyte – Las cuevas de Ferrand

La meseta de Ferrand es probablemente uno de los lugares más curiosos de la Jurisdicción. Recuerda el vínculo ancestral de los habitantes de Saint-Émilion con la roca caliza, cuyas curvas han modelado el paisaje.

Aislada en la cima de la meseta, mientras el pueblo se desarrollaba más abajo, la modesta iglesia parroquial de Saint-Hippolyte estaba originalmente asociada al vecino castillo de Ferrand, sede de los señores de «Saint-Poly». Uno de ellos, Elie de Bétoulaud (1637-1709), hizo excavar hacia 1670 una enigmática red de galerías y salas que se extiende casi 100 m a lo largo de la ladera. Aquí no hay cantera, refugio subterráneo o ermita, al contrario de lo que dicen ciertas leyendas… se trata de un decorado salido directamente de la imaginación de un hombre de finales del siglo XVII, y ello por una doble razón…

Elie de Bétoulaud concibió estas cuevas, por un lado, «como monumentos eternos a la gloria del rey Luis el Grande» (Luis XIV), como escribió en su testamento, y, por otro, como un lugar dedicado «a las musas y al ocio«. Hombre de letras y poeta, Elie reproduce aquí a tamaño natural el escenario de una novela, La Astrea de Honoré d’Urfé, que, por entonces, fascinaba a todos los aristócratas amantes de la literatura. Además de este laberinto de piedra, un parque arbolado se extendía por la meseta hasta el castillo y una fuente completaba el cuadro más abajo de las cuevas.

Aunque impresionantes y hechizantes, las cuevas que han llegado hasta nosotros no son más que el pálido reflejo, devuelto a la naturaleza, del decorado diseñado por Elie de Bétoulaud para reproducir pasajes de La Astrea. Él mismo describe estas cuevas como decoradas con dorados, conchas plateadas, mármol, nácar… Los numerosos nichos estaban adornados con bustos de héroes y dioses antiguos, que acompañaban al de Luis XIV. Naranjos, jazmines, adelfas y otras flores exóticas completaban la decoración y se ponían a salvo durante el invierno en la gran galería que ocupa el primer tercio del acantilado.

Desde la iglesia de Saint-Hippolyte, se ofrece al visitante un recorrido de iniciación para descubrir las cuevas de Ferrand… ¡una auténtica inmersión en La Astrea!

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